Ración de Ricote para despedir el año.

Muchas semanas han pasado ya desde la última vez que los tacos de nuestras botas no pisaban la tierra de alguna sierra murciana, así que la ilusión por respirar el aire de la montaña era aún mayor. Antes de las navidades mi idea era patear algo de nieve por aquí cerca pero este año con el clima que nos ha tocado tendremos que conformarnos sin ella. Propuse una alternativa por la Sierra de Ricote que no parecía decepcionar, así que sincronizamos agendas y decidimos hacerla el día de Nochevieja con un par.

Pues bien, antes de que la luz solar apareciera por el horizonte ya me estaba preparando para ir a recoger a Silvia a Beniaján. Pueblo de gatos y ancianos a los pies del Miravete. Mientras la espero saludo a uno de los madrugadores lugareños que pasaba por allí para hacer algo de senderismo y entablamos algo de conversación mientras él espera también a su cuñado para acompañarlo en su ruta. Una vez que Silvia y yo ya estamos de vuelta a Murcia ella me enseña su nuevo iphone encontrado por la calle y me cuenta todas sus características y virtudes. Especialmente orgásmicas para mí son las aplicaciones para gps. Tarde o temprano yo también caeré. Me vician.

En La Flota esperamos casi media hora a los gandules. Llegan con retraso, pero como ya es algo normal, ni se nota. Los cuatro en el coche vamos hablando mucho pese al madrugón. Ya veremos si pasa lo mismo a la vuelta. Antes de llegar a Ricote una carretera bastante sinuosa nos adentra en pleno Valle de Ricote. Pasamos por Ulea, Villanueva del Río Segura, Ricote y tras pasar este último, ascendemos por una carretera de gravilla hasta la casa forestal de la Calera.

Al salir del coche notamos algo de frío en nuestras jóvenes pieles, algo a lo que el viento ayuda a potenciar. La casa forestal nos sorprende por las buenas condiciones en la que está y su explanada sur además de estar completamente rodeada de un manto de vinagrillo es muy amplia para aparcar. Saludamos a varios bikers que están sacando sus bicis de los coches y cogemos una senda que sale justo enfrente de la casa forestal. Los primeros metros son llevaderos, vamos por un cortafuegos y el camino es ancho incluso para ir dos bicis en paralelo. De hecho nos pasan un grupo de ellos y como el camino es tan fácil nos pasamos del desvío que tenemos que tomar. En dicho desvío hay que coger una senda que cambia radicalmente de dificultad. Es muy estrecha y sobretodo empinada. La pendiente hace que empiecen a correr las primeras gotas de sudor y la ropa empiece a sobrar.

Este tramo es casi idílico pues vamos atravesando un bosque muy denso y apenas podemos ver el cielo entre las acículas de los pinos. En algunos claros podemos divisar el valle de Ricote, sus limoneros en el margen del río y los picos simulando pirámides naturales que rodean a dicho valle que hacen que sea aún más bonita la panorámica. La dichosa senda nos hace descansar varias veces, lo que nos permite aún más disfrutar del paisaje y de las plantas. En una de esas Jesús recordó una frase de Pascual que me hizo descojonarme a tope: “Vete a zurrir mierdas con un látigo”.

Entre las charlas y las risas en cada parada se nos va un tiempo que luego echaremos en falta. Identifico varios tipos de enebros, mucho romero por supuesto, también mucha coscoja que me preguntó Jesús cuál era, algún espino negro y en la última parada me doy cuenta de que hay muchas sabinas pequeñas por todo el bosque. No doy mucho la lata con las plantas por si soy algo pesado para mis amigos pero soy consciente de que me he convertido en un pequeño friki de las plantas y para no cansarles llevo mis pensamientos en introversión. Cuando llego a mi casa empiezo a buscar cuál era la que vi, o a recordar el nombre de algunas. Y se siente cierto placer cada vez que no conoces alguna y la encuentras luego por Internet o en el libro.

Dejando el tema de las plantas de lado a mi pesar, la empinada senda que estábamos recorriendo al final nos conducía al borde de un precioso cortado donde ya podíamos divisar toda la huerta de Murcia y de Ricote a la vez. A partir de ahí comenzaba otra parte diferente de la ruta en la que hay que ir por la arista de la montaña, esquivando todo el rato

crestas, rocas, salvando escollos, subiendo, bajando y a veces hasta necesitábamos las cuatro extremidades para salvar algún paso. Esta zona de la ruta se la conoce como “Los Cuernos” y da honor a su nombre por la irregularidad de sus rocas. Tras este divertido tramo en el que también hacemos algún descanso más corto, empezamos a vislumbrar las antenas del pico Almeces y nuestra senda se introduce por medio de un cortafuegos del que no saldríamos si queríamos llegar hasta la cima. Alrededor de la senda, pese a no haber árboles que nos cobijaran, estaba llena de coscoja a tal punto de no ver el suelo y si fuéramos en pantalones cortos nuestros gemelos se habrían acordado de esas plantas por unos días.

Nuestro cortafuegos sirve además de atajo hasta la cima ya que cruzamos varias veces la pista que lleva hasta allí. El viento sigue siendo intenso pues vamos todo el rato por la arista de la montaña y eso junto al frío, hizo que Jesús sufriera de lo lindo con una lentilla rota que llevaba toda la mañana. Hasta que no logró sacar los fragmentos más grandes no aminoró el dolor. Y así con un ojo pseudoparcheado decidimos hacer la bajada por pista en vez de ir por una senda más estrecha y monte a través como teníamos pensado tras ver una ruta en wikiloc.

Nos quedaban unos 100 metros de desnivel hacia la cima pero no íbamos muy bien de tiempo así que decidimos no subir. Además la última parte del cortafuegos era muy empinada y aunque parecía corta, era dura. En vez de eso nos acercamos a un mirador recién construido que había allí cerca para recreamos un poco con las vistas y comer un poco. Hago negocios con Jesús y le cambio mis barritas de chocolate por un bocadillo de sobrasada que él llevaba. Cada uno tenía mono de una cosa. Juan también nos hizo probar su embutido que por muy seco que estuviera, las glándulas salivales al contacto con la sabrosa salchicha producían saliva de sobra para lubricar eso y una vaca si hacía falta.

Después de pasar casi media hora en el mirador nos pusimos nuestras mochilas para bajar hasta el coche por una pista que iba por la umbría de la sierra. A esa altitud se podían ver muchos pinos negrales y la estampa me recordaba a algunas zonas de Sierra Espuña. Como curiosidad, Silvia se encontró un papel escrito a mano con una descripción de una ruta de por allí. Alguien lo habría perdido. Al poco de ir por la pista nos cruzamos con una carretera y seguiríamos por ella todo el rato hasta el coche. Al rato se transformó en pista de tierra y siguió así la mayor parte del tiempo. En un parte nos encontramos unas curvas seguidas en herradura muy impactantes que eran imposibles de atajar por la pendiente. Durante el trayecto pudimos disfrutar mejor del paisaje porque la pista permite apartar la mirada del camino. Vimos paredes de roca espectaculares, picos afilados y hasta una roca que según Silvia tenía claramente la forma de una mano haciendo un corte de mangas.

Las paradas fueron mínimas, salvo una que nos entretuvimos un poco para echar una foto y se nos fue la pinza jugando con los trozos de unos cascos de obreros que había por allí. El resto fue dejarse llevar y tener paciencia hasta llegar a ver la casa forestal. Justo antes de llegar, como íbamos por la parte Norte pudimos ver un poco del embalse del Azud de Ojós que durante la subida nos tapaba la montaña. Lo último que nos gustó antes de llegar fue un puente de arco redondo con una altura sobrecogedora. Al asomarte daba hasta vértigo y nos invitaba a imaginar cómo sería hacer puenting en un sitio así. Una vez en el coche bajamos a Murcia sin miramientos para ir a comer lo que quedara en nuestras casas. Lo hemos pasado bien, aunque al final la ruta se nos ha hecho más dura y prolongada de la cuenta por los descansos de oso que hemos echado.

Durante la vuelta tengo que bajar el volumen de Enter Sandman y veo como mis tres compañeros caen irremediablemente dormidos como cordericos. Quizás sueñen con montañas y florecillas como yo. Pero aunque no sea así seguro que han disfrutado como niños de la espléndida mañana que hemos pasado.

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8 respuestas a Ración de Ricote para despedir el año.

  1. Conmigo no hubieses tenido problemas a la hora de hablar sobre la flora autóctona… bien sabes que soy todo orejas en esos temas.

    Hubo de ser duro eso de ir con una lentilla dura, seguro que si se hubiera quedado en casa intentando batir la marca del sandwich de pan de molde, no le hubiese pasado nada, ijjiijjijijij 😉

    Bonito paseo, bonito de verdad.

    Un abrazo amiguete, echo de menos la larga sombra de ciprés que siempre te acompaña.

  2. eduardolargo dijo:

    Yo también echo de menos a mi charlatán favorito. Estoy deseando conocer las sendas más recónditas de la Pila, aunque de aquí al 10 de febrero soy una esponja. Tengo que empaparme de todo para los exámenes. Después seré libre… 🙂

    Me alegro de que te haya gustado, a nosotros nos sorprendió mucho esta sierra.

    Un abrazo, magister.

  3. Paco dijo:

    Hola Eduardo, me ha gustado mucho tu cronica, mas cuando conozco alguno de los sitios que nombras.
    De mayor quiero ser como tu.

  4. eduardolargo dijo:

    Gracias por pasarte por aquí Paco, espero que te haya gustado. No estoy seguro de quién eres pero también te tengo que apuntar en la lista de «pendientes» porque seguro que hace tiempo que no nos vemos 🙂

    PD: Barajo dos opciones, eres Pakito o Packiko?? Me decanto más por la segunda opción pero es que no estoy seguro. Ilumíname por favorrr….

  5. Capa Grillos dijo:

    Ya te dije por FB mi opinión, pero se me olvidó un pequeño detalle: ¡justifícalo!

  6. Pepggar dijo:

    Una chulada, Eduardolargo! ¿no has pensado en dedicarte profesionalmente a la crítica gastronómica? Mira que cambiar un bocata de sobrasada por una barrita… jejeje

    Un saludo, amigo!

  7. eduardolargo dijo:

    Hombre Pepe!! Qué alegría verte por aquí.

    Como ves últimemente le damos más a las botas que a la bici aunque ya nos cansaremos…

    Menudo trueque me salió si… estaba tan bueno que me lo comí rapidico para que no me lo quitara ningún pajarraco que pasara por allí jajaja

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